Cuando hablamos de emprendedores siempre nos imaginamos a un grupo de jóvenes medio hipster, dispuestos a dar y perder todo por un sueño que es tener su propia startup. Los imaginamos en una garage o un co-working llenos de papelitos de colores en un pizarrón con grandes planes para conquistar el mundo. Y muchos lo logran. Otros quedan en proyectos menos ambiciosos pero todos prosperan en aprender a levantarse rápidamente si caen. Son una tribu especial. Lo que tienen en común es que ven el riesgo de una forma distinta. Y quieren dejar un huella también.
Pero muchos de ellos necesitan una estructura que los apoye. Necesitan ser parte de algo más grande y no tienen ese apetito por arriesgarlo todo. Y ellos también son emprendedores.
Hace poco fui al Lean Startup Summit en Amsterdam. Fue un día lleno de energía, se respiraba un aire de cambio y ganas de hacer cosas.
Una de las sorpresas que me llevé fue en un workshop que tuvimos que hacer unos ejercicios de estrategia con los que estaban sentados alrededor nuestro. Para mi eran todos emprendedores, alguno más veterano que otro, estábamos todos en la misma página. Hasta en la forma de ver la innovación en la mínima charla que compartimos. Resulta que de mi equipo de 4, dos trabajaban dentro de enormes corporaciones industriales y financieras. Me hizo un ruido tremendo, no cuadraba pero me pareció super interesante. Luego recuerdo que leí nuevamente la definición de startup de Eric Ries (@ericries):
“Una startup es una institución humana diseñada para crear productos o servicios en condiciones de extrema incertidumbre”.
Y un emprendedor es el que va a llevar adelante esa Startup. Pero lo que él dice y yo lo ví con mis propios ojos en una visita al Silicon Valley, es que estas startups pueden llegar a ser un departamento o un proyecto dentro de una organización enorme que desde afuera vemos como un gigante burocrático.
Estas organizaciones se están dando cuenta que si le dan el espacio suficiente, los emprendedores van a salir a buscar los recursos y liderar equipos que logren llevar adelante la innovación en esas condiciones de extrema incertidumbre dentro de cualquier organización. A este tipo de emprendedores se los llama intrapreneurs, porque operan de forma distinta, pero su espíritu es el mismo. Lo que sucede muchas veces es que el sistema termina apagando a los emprendedores, tanta frustración y proyectos que no avanzan los terminan adaptando, pierden ese liderazgo natural y se resignan a sus tareas operativas. Es imprescindible cuidar a los emprendedores, a esos líderes que tenemos dentro de nuestras organizaciones. Darles espacio, libertad y apoyo político es fundamental para potenciarlos.
Lo que hacen muchas organizaciones realmente burocráticas es conseguirles un rincón aislado de tanta contaminación o inclusive alquilar un lugar en un hub de emprendedores y que ahí esos equipos puedan tener más espacio y libertad para operar. Muchos llaman a este rincón un innovation lab pero no es más que eso, una isla.
Si no tenés los recursos en tu empresa y sentís que se está transformando en una organización lenta y burocrática, que perdiste aquella agilidad que tenías en tus orígenes, contratá un emprendedor y no le impongas tus ideas!
Es más, contratá un equipo de emprendedores!
No tengas miedo de que salgan a hacerte la competencia en unos años. Si seguís así en unos años no tenés más empresa! Un equipo de emprendedores que sea responsable de sus proyectos le va a dar una inyección de actitud ganadora que puede llevar a tu organización a lugares inimaginables.